Meditatio mortis. Pasado y presente de un tema universal
“Se puede clasificar a los hombres siguiendo los criterios más caprichosos: según sus humores, sus inclinaciones, sus sueños o sus glándulas. Se cambia de ideas como de corbatas; pues toda idea, todo criterio viene de lo exterior, de las configuraciones y de los accidentes del tiempo. Pero hay algo que viene de nosotros mismos, que es nosotros mismos, una realidad invisible, pero interiormente verificable, una presencia insólita y de siempre, que puede concebirse en todo instante y que no nos atrevemos jamás a admitir, y que no tiene actualidad más que antes de su consumación: es la muerte, el verdadero criterio… Y es ella, la más íntima dimensión de todos los vivientes”. E. M. Cioran
La Semana Santa y todo lo que ello conlleva, invitan a reflexionar sobre la mortalidad humana. La muerte es un tema universal, es uno de los grandes temas como el amor, la vida o el paso del tiempo. Cada época ha percibido de manera distinta estas cuestiones, de modo que el arte y la literatura se nos presentan como un muy provechoso informe para conocer y comprender los cambios que han experimentado dichos asuntos a lo largo del tiempo.
En la España de los siglos XVI y XVII, la iconografía macabra de las vanitas se convirtió en un factor muy importante, tanto en la literatura como en las artes plásticas. Antonio de Pereda fue el primer autor español que comprendió su potencial dramático y, a lo largo de su carrera, demostró particulares habilidades para plasmarlas con fuerza y convicción. Sus vanidades dependen de un vocabulario simbólico tan simple como poderoso, orientado a mover al espectador a la consideración de las postrimerías y al cuidado de la salvación del alma. El Sueño del