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Dos juegos de la oca del siglo XVII en Mallorca

 

«He oído decir que, al igual que los cuentos tradicionales, el Juego de la Oca representa una determinada concepción de la vida; que es una descripción de los trabajos y los días que nos toca pasar en este mundo, una descripción y una metáfora»
Bernardo Atxaga

Bernardo Atxaga en Ababakoak compara el Juego de la Oca con una metáfora de la vida. Las reglas enseñan que la vida es fundamentalmente un viaje lleno de dificultades y obstáculos, donde interviene el azar y nuestra propia voluntad. Si los dados son buenos es fácil llegar al estanque final, donde nos espera la Gran Oca Mayor. La oca sabe andar por la tierra, sabe andar por el agua y sabe andar por el aire, la oca es el animal que la tradición ha elegido para simbolizar la sabiduría, lo bien hecho, la perfección.

El juego de la oca era considerado en la Francia del siglo XVII como un juego antiguo y noble restaurado de los griegos. No obstante, al parecer, este noble juego fue inventado por los alemanes a finales de la Edad Media. Algunos autores piensan que fueron los antiguos propagandistas de las primeras biblias impresas en Alemania quienes difundieron por toda Europa las hojas del denominado «Jardín de la oca».

Se trata de un antiquísimo y popular juego que tenía en sus orígenes connotaciones augurales y adivinatorias, a base de elementos astrológicos. Con el tiempo se sustituyeron las consultas interrogatorias por prácticas de un juego de azar, al igual que sucedió con los naipes, que de una aplicación cabalística y pronosticadora pasaron a ser utilizados para jugar con dinero. Llegado a este punto, fue perseguido como juego de azar y

Primera manifestación impresa mallorquina: la Bula de Indulgencias de la Santa Cruzada para la defensa de Rodas.

La primera manifestación impresa mallorquina es una bula de indulgencias. Aunque en conjunto su conservación es bastante defectuosa, permite conocer la localidad en que fue expedida y la fecha de la misma: Mallorca en 1480. El título, Bula de indulgencias de la Santa Cruzada para la defensa de Rodas, fue obtenido de las primeras líneas del texto: Forma confesiona[l]. Nos fiat Ioha[n]nes Gri[n]yo co[m]missario i[n]fra […] [et] d[omi]no n[ost]ro d[omi]no Sixto diuina p[ro]uide[n]tia […] co[n]tra p[er]fidos turcos xam uo[u]is hostes i[n] deffetone[m] i[n]sule Rhodi [et] fidei catholice fia[m] [et] facie[n]da co[n]cessa[rum]…  Contiene la firma de fray Juan Grinyó, comisario encargado de la comisión de limosnas,[1] y la fecha al final del texto: Datum mairoricis […] anno Millesimo quadrige[n]tesimo Lxxx.[2]

Tiene la particularidad de no ser una impresión realizada con tipos móviles, sino que está grabada toda ella en una plancha de madera. La proximidad de las letras, el dibujo de algunas capitales y, sobre todo el ut, olvidado primero y añadido después entre líneas en la cuarta del texto, son prueba suficiente, según Rubió, de que se trata de una plancha grabada y no de una composición con tipos móviles.[3]

Esta bula formaba parte de una importante colección de bulas incunables y góticas adquirida por la Biblioteca de Catalunya, halladas todas ellas en la más pequeña de las Islas Baleares.[4] La mayoría se encontraban en muy mal estado de conservación, arrugadas y mutiladas, por lo que fue necesario someterlas a una esmerada restauración.[5]

Según Francisco Vindel, esta bula es uno de los documentos más interesantes para la historia tipográfica española, precisamente por ser su estampación producto de una plancha grabada en madera.[6] Ello revela que aún