Este año se celebra el quinto centenario del fallecimiento de Aldo Manuzio, impresor y editor veneciano. Desde el año 1495 hasta su muerte, el 6 de febrero de 1515, no sólo diseñó y dio cuerpo al libro tal cual lo conocemos en la actualidad, sino que lo elevó a unas cotas de calidad impensables por aquel entonces. Es por ello que, como gran amante de las artes gráficas, he querido sumarme a las celebraciones dedicándole estas palabras.
Manuzio había iniciado sus actividades editoriales a finales de 1494 y, en 1499, tres años después de la muerte de Marsilio Ficino, nació la Neoacademia Aldina. Esta academia nació con la intención de continuar la actividad desarrollada por el filósofo florentino. Su principal objetivo era editar, con la mayor pulcritud y rigor posible, aquellos textos clásicos con los que el impresor había soñado, para regenerar la sociedad a través de la cultura. Entre las ilustraciones de la Hypnerotomachia Poliphili de Francesco Colonna, publicada por Aldo Manuzio en 1499, aparece el delfín y el ancla que a partir de entonces se convirtieron en su marca de imprenta.
La marca editorial de Aldo Manuzio, el ancla y el delfín entrelazados, bajo el lema Festina Lente, que significa “apresúrate despacio”, se convirtió rápidamente en símbolo de distinción, elegancia y originalidad. La lentitud era representada por medio del áncora, símbolo de labor hecha despacio pero a conciencia, mientras que la celeridad lo era por medio del delfín. Es decir, el delfín enroscado al ancla servía para contraponer la idea de lo rápido y lo lento, en analogía de la tarea tipográfica, lenta y rápida al mismo tiempo. Por lo que respecta al lema Festina Lente, el historiador romano Suetonio ya lo puso en boca del emperador Augusto, quien lo utilizó, en griego, para expresar que no había nada que se ajustara menos al perfecto dirigente que la precipitación y la temeridad. La imagen y el lema de Aldo también las hallamos en algunas monedas romanas de tiempos del emperador Tito y Domiciano.
De la imprenta de Manuzio salieron unos ciento cincuenta títulos, especialmente ediciones príncipes de Aristóteles, Platón, Ovidio, la comedia y la tragedia griega, pero también, novedades contemporáneas de poetas como Pietro Bembo o el mismo Erasmo de Rotterdam que, por aquel entonces, era el intelectual más codiciado de Europa. De hecho, el emblema usado por Aldo, fue transmitido en el Renacimiento a través de los Adagia de Erasmo, que consiguieron una gran difusión entre los humanistas de la época. El número 1001 de sus Adagia incluye, precisamente, el epígrafe Festina Lente como una de las máximas de la sabiduría más antigua.
SATUÉ, Enric. El diseño de libros del pasado, del presente, y tal vez del futuro: La huella de Aldo Manuzio. Biblioteca del libro. Madrid. 1998.
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